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Falsa expectativa del periodismo

No todo es como me lo contaron.

Publicado: 2019-04-14

El periodismo ha cambiado mucho con el transcurrir de los años, y no precisamente para bien. ¿Suena a queja, no? más aún en un país donde lamentarse es un deporte nacional. Sin embargo, es parte de la realidad. La vieja guardia nos está observando, y los esperamos decepcionando. Y no todo pasa por haber cambiado una máquina de escribir por una computadora.

A veces me genera cierta desazón ver en qué se ha convertido el periodismo en el Perú. Ya dejó de ser esa típica labor de reportar un hecho conversando con todos los involucrados, sin necesidad de tomar partido por alguno. O quizá utilizar la tribuna que puede otorgar un periódico, la radio, la televisión e incluso el mismo internet, para realizar activismo hacia algún sector específico. Es espeluznante.

El periodismo ya dejó de ser la más noble de las profesiones y el más vil de los oficios, para convertirse en el más beneficioso y temeroso trabajo que se limita a rellenar textos con reacciones. No existe análisis (con ciertas excepciones).

"La universidad malogró a los periodistas", decía Saúl Fáundez de El Clamor en la película "Tinta Roja". Y no se escapa de la verdad. Si bien una casa de estudios te puede dar la pauta para conocer el mundo de las comunicaciones, nadie te enseña como sobrevivir en ese bosque salvaje donde abundan políticos hambrientos, periodistas que hacen relaciones públicas, dueños de medios que se olvidaron que el negocio del periodismo es la verdad; y ¿saben por qué? porque muchos (no todos) "maestros" nunca pisaron "la cancha", como se le dice popularmente a las coberturas periodísticas.

¿Se perdió el olfato periodístico? ¿ya no existen esas ganas de buscar algo más que el quién, cómo, dónde, cuándo y por qué?. Hoy en día -tristemente- se cree que la arrogancia puede estar por encima de todo, y la flojera se convierte en el límite de las actividades periodísticas que antes se solía practicar con entusiasmo y agallas.

La autocensura, se ha convertido en algo cotidiano. Se evita hablar de algunos personajes para caer bien al jefe que te trata como un peón esclavizado a su línea editorial, para asegurar tu renovación de contrato. Pero ¿a qué costo?, pues, simplemente, olvidándote que el periodismo es informar en base a la verdad para la población y primero están los intereses de "los de arriba" para convertirte en un mono parlanchín que repite lo que le dicen o hace un copy-paste de lo que aparentemente le dijeron que es lo bueno.

¿Qué pasó con las escuelas de periodismo?, las verdaderas escuelas. Ninguna tiene el suficiente dinero para seguir la tradición por dos cosas: incomodidad del poder y falta de periodistas con ganas de invertir su tiempo/espacio para aprender. Más aún cuando el "mejor hazlo tú" ya se ha vuelto la frase paralela al lavado de manos de Poncio Pilatos para deshacerse de una responsabilidad.

En las aulas universitarias, donde uno que otro ha tenido la suerte de experimentar lo agotador y reconfortante a la vez que es una comisión periodística, se cuentan muchas anécdotas. La típica: ¡Nunca hagas planes, en periodismo no hay horarios! Y que además de ser cierto, si se ve desde otro punto de vista, es una lección de vida. Nada es fácil, todo cuesta y no necesariamente dinero. El esfuerzo, la responsabilidad, las ganas -sobre todo las ganas- y el interés por desarrollar un talento, son los factores fundamentales que un periodista debe tener al momento de decidir cruzar el bosque salvaje y dispuesto a recibir golpes.

Hay una falsa expectativa del periodismo. No todo es como te lo cuentan en las aulas. Y no porque esta labor sea un calvario, sino porque requiere del esfuerzo que la juventud de hoy carece por diversos motivos.

Carlos Rosales


Escrito por

Carlos Rosales

Periodista. Redactor de Política, Actualidad y Deportes. Twitter: @CRosales2911


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